lunes, 11 de abril de 2011

Movida 111: Rimembar VIII (WWF)

Los Santos Inocentes del siglo XXI están expuestos a toneladas de violencia televisiva gratuita (los que tienen el Plus en su casa, no. Esos tienen que pagarla). Una vergüenza grandísima, un claro síntoma de que todo se va a hacer puñetas, de que los valores se pierden como los calcetines en la lavadora y, sobre todo, de que ahora “las cosas ya no son tan buenas como antes”.

Y es verdad, joder. Antaño (¿te has fijado que desde que dijeron esta palabra en “El Señor de los Anillos” hay un montón de gente que la usa para darle un tono épico a la chorrada que te van a contar?) éramos tan buenos que, incluso, el Gobierno tuvo que importar ancianas de otros países para que todos tocásemos a, por lo menos, una por cabeza a la que ayudar a cruzar la calle. Poseíamos tantísimos valores que se nos salían por las orejas, dejando el suelo perdido. Y, por encima de todo, la violencia nos era tan ajena, tan ajena que muchos suspendieron exámenes de lengua por no saber su significado.

A las pruebas me remito (pruebas cogidas al azar ante notario):
Rambo nos enseñó que si te molesta el flequillo cuando vas en clara misión de paz a Vietnam lo mejor es recogértelo con una cinta roja.
Bola de Dragón era una serie de dibujos animados. ¡Todo el mundo sabe que los dibujos animados de antes eran buenos para los niños!
Humor Amarillo, oda a la constancia, al trabajo y al esfuerzo. Amén de preparar a la población nipona ante catástrofes naturales y/o/u nucleares.
O, qué sé yo… la lucha libre americana. Espacio catódico que nos grabó a fuego la mejor enseñanza que jamás pudimos recibir, la madre del cordero de los consejos, el quid de la cuestión, ¡el valor de los valores! Concretamente EL VALOR DE DAR UNA BUENA HOSTIA.

Aquello sí que era educación televisiva en estado puro. Hombres aparentemente heterosexuales metidos en estrambóticas mallas (metrosexuales old school) repartiendo conocimientos a dos manos.
Y en surtido catálogo: piquete de ojos, abrazo de oso, sillita eléctrica, golpe con banqueta, patada voladora, ataque con cadenas…
Mientras el profesor Héctor del Mar desglosaba una a una, para mejor comprensión, las lecciones que el Pressing Catch trataba de inculcarnos (el que más grita, más razón lleva; siempre es mejor atacar por la espalda, hacer trampas está bien, etc.)

Cosas que, en definitiva, han hecho de gente como tú y como yo personas capaces de tomar las riendas del mundo con pulso firme, de saltar al ring de la vida con un par.

No como pasa ahora con Pocoyó, Dora o Caillou; que a saber qué mierdas le estarán metiendo en la cabeza a los chavalillos…

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